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RAFAEL ORBEGOZO A la salud del bufón
Narrarse o no es un gran dilema. Tal vez el mayor al que se enfrenta el crítico de cine Darío Rey cuando se dispone a dar el paso para el que se cree destinado desde su más tierna juventud: dejar de perseguir películas y consagrarse a hacerlas.
El viaje de las letras a las imágenes no será fácil. En su transcurso, Darío deberá vencer a un extraño contubernio al que parecen sumarse todas las personas que lo rodean, incluida su mujer, misteriosamente desaparecida.
La azarosa deriva de su proyecto de adaptación de la ópera “Rigoletto” al cine, una considerable ingesta de coñac y los espectros de decenas de filmes harán que, en medio de la más negra oscuridad, el bufón termine por descubrir el origen del pecado de narrarnos.
Esta es la trama de la primera novela de Rafael Orbegozo, una declaración de fervor por las historias con la que ha pretendido alejarse del género de la autoficción. O no.
A la salud del bufón
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"Los verbos son mis palabras favoritas. Si no existiesen, no tendríamos nombres deverbales como hacedor o perseguidor. Podría prescindir de los adjetivos, incluso de los sustantivos, pero nunca de los verbos. La vida, como el cine, se puede reducir a un predicado y yo soy ahora un predicador que está deseando gritar la palabra acción.” (Darío Rey, A la salud del bufón)
Por el puro placer de escribir y de contarle un cuento a una amiga bilbaina, nació esta historia. Fluyó entre la memoria y la imaginación, navegando por ese botxo querido, genuino y metamórfico que, como las nubes, puede tomar nuevas formas. Más tarde apareció Jon Ander, a quien también le gusta bailar, le puso color, y se nos antojó compartirlo.